Jueces de la Corte: La selección argentina


El otro día posteé una entrada donde daba cuenta de una lista hecha por Bernard Schwartz sobre los mejores jueces de la historia de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Desde entonces estuve pensando en una lista similar para nosotros, y al final, me decanté por elegir once; ya se verá por qué.

En principio, mi orden de mérito sería este:


1.- José Benjamín Gorostiaga (1822-1891). En la Corte, por dos períodos: 1865 – 1868 y 1871 – 1887. Fue amigo de Alberdi, quien lo propuso para reemplazarlo como ministro argentino en París, y a quien estimuló para que volviera al país. Representó a su provincia en el Congreso del 53, en el que tuvo activa participación; redactó el Anteproyecto y fue miembro informante. Fue convencional en 1860 y en la Convención Constituyente de la Provincia de Buenos Aires en 1871, diputado nacional en 1862 y 1863, ministro de Hacienda de Sarmiento y de Urquiza. Llegó a fallar el famoso caso de los Saladeristas, cuando la jurisprudencia del Tribunal ya ocupaba treinta volúmenes de la colección oficial de Fallos. Según Ibarguren, "su personalidad consular era llamada en los momentos políticos difíciles para escuchar su consejo, sugerir soluciones, o se indicaba su nombre prestigioso como candidato presidencial de transacción" (llegó a ofrecérsele la candidatura en 1886, que declinó). Cuando renunció, el presidente Sarmiento le dijo esto (atención): “Un gobierno no es una teoría sino un hecho que se viene formando según los casos que se presenten”. Fue nuestro John Marshall criollo, y es frecuente que empecemos a tirar del hilo de alguna línea jurisprudencial y nos veamos con una etimología doctrinaria urdida por Gorostiaga.

Leer, de Reynaldo Vanossi, La influencia de José Benjamín Gorostiaga en la Constitución Argentina y en su jurisprudencia, Pannedille, 1970; el libro trasciende el enfoque biográfico y se erige en un material de primer nivel para el estudio de la jurisprudencia de este período.


2.- Enrique Petracchi (n. 1935). En la Corte desde 1983. Petracchi es, por actitud y por doctrina, el juez emblema de la Corte contemporánea. Merece el segundo escalón del podio porque esa fue la Corte que pasó por la primavera del optimismo democrático, por la tormenta de la ampliación a nueve con la “mayoría automática” y por los juicios políticos de 2002. Nunca una Corte estuvo tanto bajo la lupa de la opinión pública, nunca tuvo una carga de casos tan desbordante, nunco antes una Corte argentina se tuvo que enfrentar en tan poco tiempo con circunstancias tan cambiantes. En términos técnicos, fue la Corte que preanunció en muchos fallos las reformas de la Reforma Constitucional de 1994, y que también ha sido la primer intérprete del nuevo texto.

Leer, con atención, sus votos de los fallos “Arenzón” y de “Bazterrica”.


3.- Antonio Bermejo (1853 – 1929). En la Corte de 1903 a 1929. Veintiséis años: récord histórico de permanencia. Su cronología vital es un símbolo: nació con la Constitución y murió poco antes del primer golpe de Estado. “Celoso vigía del liberalismo spenceriano”, según Oyhanarte, representa el clacisismo exegético y el positivismo jurisprudencial en su cenit.


4.- Salvador María del Carril (1798-1883). En la Corte de 1863 a 1877. Un nombre histórico: doctorado en leyes en el emblemático año 1816, redactor de la famosa Constitución Sanjuanina de 1826 (la “Carta de Mayo”), ministro de hacienda de Rivadavia, enemigo de Rosas, vicepresidente de la Confederación urquicista. Un enlazador de mundos, fue discípulo del Dean Funes, testigo de la anarquía y el fratricidio y vivió para contarse mentor del orden conservador. El único miembro de la “primera generación” criolla que llegó a integrar la Corte, y por eso aparece en nuestro ranking.


5.- Alfredo Orgaz (1900-1984). Juez de la Corte de 1955-1960. Pasó como un rayo en el Alto Tribunal antes de irse invocando una causal cuyo fraseo haría historia: “cansancio moral”. En su lustro la Corte nos dejó un legado inapreciable a través de “Siri” y “Kot”.

Leer esto: “la supremacía de la Constitución no se ha de considerar subordinada a las leyes ordinarias... Estas leyes y las construcciones técnicas edificadas sobre ellas, tienen solamente un valor relativo, esto es, presuponen las reservas necesarias para que su aplicación no menoscabe o ponga en peligro los fines esenciales de la ley suprema. Todas las construcciones técnicas, todas las doctrinas generales no impuestas por la Constitución, valen en la Corte sólo 'en principio'. Todo en la Corte es 'en principio', salvo la Constitución misma, que ella sí, y sólo ella, vale absolutamente" (Alfredo Orgaz, "El recurso de amparo", ps. 37/38, Ed. Depalma, Buenos Aires, 1961). Petracchi suele citar ese párrafo.


6.- José Figueroa Alcorta (1860-1931). En la Corte de 1915 a 1931. El único argentino que encabezó los tres poderes de la República –fue vicepresidente, ergo presidente del Senado, de 1904 a 1906; en ese año muere Manuel Quintana y asume la presidencia hasta 1908-. Y fue el primer presidente de la Corte Suprema, pues tal cargo no existía sino hasta 1931. Con eso, más quince años de judicatura, nos basta para que forme parte del scratch.


7.- Tomás Darío Casares (1895-1976). En la Corte de 1944 a 1955. Precursor del amparo en disidencia (el olvidado caso “San Miguel”), Oyhanarte lo pone como el mejor elemento de la Corte Justicialista, “dio el primer voto favorable al amparo que registra nuestra historia y fue capaz de adoptar una posición singular respecto del ´estado de guerra interno´ que facultaba a aplicar pena de muerte por fusilamiento y había sido establecido por decreto en 1951.”


8.- Julito Oyhanarte (1920-1997). En la Corte de 1958 a 1962, con una breve reentrée en el 90-91. Es el autor del artículo jurídico más leído de todos los tiempos –hecho casi de casualidad, por encargo de Félix Luna– y que paradójicamente no salió en una revista jurídica: en 1972 escribió para Todo es Historia una breve pero ilustrativa “Historia del Poder Judicial” que aún hoy sigue siendo obra de referencia básica para entender a la Corte Suprema. A pesar de su judicatura rapsódica, Oyhanarte merece estar en la lista porque encarnaba un nuevo modo de comprender y asumir la alta magistratura desde una lógica política, institucional e histórica, y no como una resolución intuida por justicias del caso o teorizada con falseadas asepsias.

Leer –los que la consigan, pues es una pieza de colección- la recopilación de sus obras que fue publicada en 2001, y que distribuye la editorial “La Ley”.


9.- Roberto Repetto (1881-1950). En la Corte de 1923 a 1947, presidiéndola desde 1932. Recibió la posta de Figueroa Alcorta y Bermejo y fue urdiendo dos líneas jurisprudenciales híbridas y de dispar balance. La primera, desembozadamente política, tiene que ver con el reconocimiento de los gobiernos de facto surgidos de las “revoluciones” de 1930 y 1943, y vale la pena releer la disidencia que incorporó en la acordada de la Corte de ese año. La segunda, a caballo de las primeras emergencias económicas, habría de cuajar en el llamado “intervencionismo conservador”, reconociendo un alcance más amplio del poder de policía económico. De ahí viene el leading case de “Avico c. de la Pesa” (1934), y su progenie.


10.- Carlos S. Fayt (n. 1918). En la Corte desde 1983. Me remito a las razones que expliqué para incluir a Petracchi. Entonces, ahora tengo que explicar por qué lo pongo más abajo en el ranking. Pues bien: fíjense cómo leían la Constitución los tres que más duraron de la Corte del 83. Si Belluscio la leía a partir de su letra, si Petracchi la lee a partir de los derechos, lo que lo distingue a Fayt es que él es más dado a mirar la Constitución a partir de la parte “orgánica". Por eso mismo Petracchi es afecto a construcciones dogmáticas y a ahondar en fundamentos comparatistas, mientras que Fayt es más proclive a trazar su deslinde en base a criterios de separación de poderes y a antecedentes históricos nacionales.

Leer, en la sección "Discursos y homenajes", de la página de la Corte Suprema, una entrevista fantástica que salió en la Revista "Lecciones y Ensayos" de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde Fayt cuenta su vida.

Disclaimer: A pesar de que mi simpatía está con Petracchi (sobre todo por la diferente metodología recién aludida) debo reconocer que mientras escribo estas líneas Fayt ha picado en punta en el boca de urna de la encuesta que ha armado este blog sobre los jueces de la Corte actual.


11.- Luis M. Boffi Boggero (1915-1984). En la Corte de 1958 a 1966. Un maverick al que gustaba jugar de disidente –revulsivo infrecuente en la historia de nuestra Corte- un civilista que entendía el juego del derecho público, y uno de los primeros que empezó a pensar la Corte desde la Corte.

Leer, sobre todo, sus disidencias de “Fernández Arias”, -marcando la necesidad de estar a un alcance amplio de la revisión judicial- y de “Cine Callao”, queriendo interponer una frustrada cortapisa al intervencionismo económico.

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La formación titular

En mi nomenclador de jueces de la Corte, discernido por etapas históricas, yo distingo cuatro especies de magistrados: por orden de aparición, son los “fundadores” (judicaturas modelo s. XIX), los “clásicos”, los “espasmódicos” (judicaturas breves, de 1947 a 1983), y los “contemporáneos” (del 83 hasta hoy).

Nuestra selección tiene, en consecuencia, una asimétrica formación 2-3-4-2, que armamos siguiendo el orden cronológico: hay dos backs “fundadores” (Gorostiaga y del Carril), tres centrojás “clásicos” (Bermejo, Figueroa Alcorta y Repetto), cuatro volantes “espasmódicos” (Casares, Orgaz, Oyhanarte, Boffi Boggero) y dos delanteros “contemporáneos” (Petracchi y Fayt).




Mientras tanto, y en la medida en que los lectores estén muy informados y tengan criterio propio, no me extrañaría que desde la tribuna pidan variantes. Sacalo a Boffi y ponelo a Imaz, por ejemplo. Lo que pasa es que siempre los que están afuera juegan mejor.

Las quejas, abajo.