“los estudiantes que iban saliendo y habían rendido bien su última materia eran esperados por otros egresados y alumnos para colgarlos de los brazos con una roldana para luego marcarlos a fuego en las nalgas con un alambre que tenía la
letra "A" de Agronomía”.
A los que se enteraron, a la mayoría que conozco, les causó gracia. Parece Macondo, pero ojo, que entre eso y lo que es costumbre, la diferencia es sólo de grado, no cualitativa. Por eso me gusta que Clarín, en lugar de regodearse en la bizarrez, llame a las cosas por su nombre: “Denuncian torturas en una graduación”, titula Gustavo Laurnagaray.
::.
Es diciembre y mucha gente se recibe, en Agronomía, en Derecho y en otras materias.
¿Qué recibe un estudiante cuándo se recibe, como primera ofrenda de sus amigos, compañeros, familiares?
El huevazo, la “pelada”, la manteada, la conversión ulterior del graduado en un harapiento.
Que se trata de un ritual policlasista, aclaramos: aún los más recoletos y estirados parecen gozar con esa degradación.
Entre otras cosas, no me gusta porque está teñido de la misma artificialidad que vemos en el festejo “preparado” de los goleadores, esos que a veces parece que planifican más la coreografía que las jugadas. Veo en todo eso un espectáculo algo melancólico.
Yo tendría que preguntarme por qué eso que me molesta debería ser prohibido, si en última instancia es el mismo damnificado el que a veces está más deseoso de someterse a la vejación: su notoriedad es, a la vez, la publicidad que narcisistamente necesita exhibir para dar a conocer su nuevo carácter. La manteada es certificatoria (Por eso se da esa espiral ascendente de agresión, creo que se supone que el “más importante” es el que recibe la mayor cantidad de huevazos, el rito más salvaje, etc, una competencia inter-individuos e inter-facultades. Y eso termina, como vimos, en la marca a fuego).
Dejo de lado que a veces hay daño a terceros (es más, según el Cód. Penal, hay daño “calificado”, el que se hace contra bienes del Estado, si es una universidad pública), que se generan trastornos en la vía pública, etc.
Y tampoco quiero que esto suene como un lamento escandalizado teñido de moralina o “perfeccionismo”. Si por mi fuera, que vaya a su casa y que lo bañen en brea y lo cubran con plumas.
Pero me preocupa por razones más profundas, y me explico.
Hay que hacerse cargo de que la educación, incluso la privada, es una cosa pública. Nada de lo que ocurra en esa sede puede dispensarse como “acto privado” y, si el rito es un mensaje, la institucionalización del rito también lo es. Ergo, en esa manteada que tiene lugar consuetudinariamente en el hall, la manteada ya trasciende a sus partícipes y, sin vueltas, la que nos está golpeando es la misma Universidad (y nosotros, a su vez, a ella).
Sigo: entonces, no se puede admitir que, por la razón que fuera, la violencia física hacia una persona –incluso con su consentimiento– tenga su lugar en una institución educativa. Si nuestro ideario es el de proclamarnos como un templo del saber, no podemos aceptar que se ingrese al claustro con huevos podridos o baldes de estiércol para bautizar al recién recibido en la venerable institución de la befa y el escarnio. Muchos menos, "habilitar" lugares específicos para la ejecución de la práctica, como si se tratase de "zonas liberadas".
Sociológicamente tendrá su explicación como rito de paso, pero también tiene su explicación sociológica la mutilación del clítoris en ciertas sociedades. Vistos a la luz de los valores humanos más básicos, los “festejos” que solemos ejecutar deben ser erradicados: son primitivos, ofensivos e insultan a la inteligencia (y después nos reímos sobradoramente de los programas de Tinelli: no tenemos derecho).
Yo, al menos, proclamo mi derecho “iluminista” (“amargo”, dirán algunos) de no ser obligado espectador de este espectáculo medieval, nunca festejo tales gracias, y animo a todos los que puedan a que se resistan a la tradición. Veánlo así: el modo más contestatario de recibirse –my way– es estar limpito y tranquilo, tomando un café con tu gente, y pensando en que, después de todo, siempre vamos a tener que seguir estudiando.
Mis potenciales victimarios me conocen y saben que si se prestan a semejante idiotez los voy a odiar toda la vida. No le veo el chiste.
ResponderBorrarSupongo que yo tuve un recibimiento bastante "contestatario" -your way-. Me recibí a las 11 de la mañana del primero de agosto del año pasado, y a las 2 de la tarde empecé mi aspirantía docente en la cátedra de Filosofía y Teoría General del Derecho (UDELAR-Montevideo). Es decir: fui un "no-estudiante" por tres horas.
ResponderBorrarUnos días después festejé con mis amigos, que habían prometido pelarme, pero se olvidaron de llevar máquina. Me quedé sin rito de paso.
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www.drburstin.com
A mi tampoco me agradan esos rituales, me parece que están inspirados en la envidia de los no-recibidos por arruinarle el día y robarle protagonismo al egresado.
ResponderBorrarDe hecho, el día que me recibí dejé bien claro que si alguien osaba tirarme un huevo o algo, simplemente lo iba a moler a palos (y los que me conocen saben que soy capaz de cumplir ese tipo de amenazas), convicción que reafirmé saliendo del examen con uno de mis mejores trajes. Como ya estaban avisados, se limitaron a tirarme inofensivo papel picado, lo que tornó a la cuestión en algo más festivo que violento. Igualmente, cuando mi novia se recibió de psicóloga me resistí en caer en esos rituales denigratorios, y le tiramos con papel picado y bolitas de telgopor (símil nieve).
Ahora, que a mi me desagrade, no significa que esos rituales deban prohibirse per se, más si la "víctima" está de acuerdo (hay un consentimiento de la víctima, lo que eliminaría el daño). Ahora bien, si el "festejo" incluye la destrucción o el deterioro de bienes ajenos, tales como el hall de la facultad, entonces si debería prohibirse en ese ámbito. Y al que quiere que lo llenen de sustancias pegajosas y alimentos en estado de putrefacción, que se someta a eso en el living de su casa.
A mi tampoco me agradan esos rituales, me parece que están inspirados en la envidia de los no-recibidos por arruinarle el día y robarle protagonismo al egresado.
ResponderBorrarDe hecho, el día que me recibí dejé bien claro que si alguien osaba tirarme un huevo o algo, simplemente lo iba a moler a palos (y los que me conocen saben que soy capaz de cumplir ese tipo de amenazas), convicción que reafirmé saliendo del examen con uno de mis mejores trajes. Como ya estaban avisados, se limitaron a tirarme inofensivo papel picado, lo que tornó a la cuestión en algo más festivo que violento. Igualmente, cuando mi novia se recibió de psicóloga me resistí en caer en esos rituales denigratorios, y le tiramos con papel picado y bolitas de telgopor (símil nieve).
Ahora, que a mi me desagrade, no significa que esos rituales deban prohibirse per se, más si la "víctima" está de acuerdo (hay un consentimiento de la víctima, lo que eliminaría el daño). Ahora bien, si el "festejo" incluye la destrucción o el deterioro de bienes ajenos, tales como el hall de la facultad, entonces si debería prohibirse en ese ámbito. Y al que quiere que lo llenen de sustancias pegajosas y alimentos en estado de putrefacción, que se someta a eso en el living de su casa.
A mi tampoco me agradan esos rituales, me parece que están inspirados en la envidia de los no-recibidos por arruinarle el día y robarle protagonismo al egresado.
ResponderBorrarDe hecho, el día que me recibí dejé bien claro que si alguien osaba tirarme un huevo o algo, simplemente lo iba a moler a palos (y los que me conocen saben que soy capaz de cumplir ese tipo de amenazas), convicción que reafirmé saliendo del examen con uno de mis mejores trajes. Como ya estaban avisados, se limitaron a tirarme inofensivo papel picado, lo que tornó a la cuestión en algo más festivo que violento. Igualmente, cuando mi novia se recibió de psicóloga me resistí en caer en esos rituales denigratorios, y le tiramos con papel picado y bolitas de telgopor (símil nieve).
Ahora, que a mi me desagrade, no significa que esos rituales deban prohibirse per se, más si la "víctima" está de acuerdo (hay un consentimiento de la víctima, lo que eliminaría el daño). Ahora bien, si el "festejo" incluye la destrucción o el deterioro de bienes ajenos, tales como el hall de la facultad, entonces si debería prohibirse en ese ámbito. Y al que quiere que lo llenen de sustancias pegajosas y alimentos en estado de putrefacción, que se someta a eso en el living de su casa.
A mi tampoco me agradan esos rituales, me parece que están inspirados en la envidia de los no-recibidos por arruinarle el día y robarle protagonismo al egresado.
ResponderBorrarDe hecho, el día que me recibí dejé bien claro que si alguien osaba tirarme un huevo o algo, simplemente lo iba a moler a palos (y los que me conocen saben que soy capaz de cumplir ese tipo de amenazas), convicción que reafirmé saliendo del examen con uno de mis mejores trajes. Como ya estaban avisados, se limitaron a tirarme inofensivo papel picado, lo que tornó a la cuestión en algo más festivo que violento. Igualmente, cuando mi novia se recibió de psicóloga me resistí en caer en esos rituales denigratorios, y le tiramos con papel picado y bolitas de telgopor (símil nieve).
Ahora, que a mi me desagrade, no significa que esos rituales deban prohibirse per se, más si la "víctima" está de acuerdo (hay un consentimiento de la víctima, lo que eliminaría el daño). Ahora bien, si el "festejo" incluye la destrucción o el deterioro de bienes ajenos, tales como el hall de la facultad, entonces si debería prohibirse en ese ámbito. Y al que quiere que lo llenen de sustancias pegajosas y alimentos en estado de putrefacción, que se someta a eso en el living de su casa.
Yo pensaba lo mismo eso que era una tradicion denigrante, que no tenia gracia, etc...hasta que me toco a mi...y cai en la tentacion y si, fue divertido! No fue denigrante,ni agresivo tampoco dañamos la Facultad porque lo hicimos afuera y limpiamos todo al terminar. Aclaro depende que se haga pero por lo gral No me parece que sea un acto de envidia de los demas hacia el que se recibe, mas bien me parece una expresion de alegria y camaderia, es una forma de festejar, que al final de cuentas es propio de los seres humanos y si hablamos de "tradiciones" por mas que nos neguemos a creerlo estas son parte de la sociedad y en verdad todo: como actuamos, como pensamos, como hablamos y muchas otras cosas mas esta condicionado por la sociedad a la que pertenecemos, en otras palabras somos producto de la sociedad en la que nos encontramos y al mismo tiempo nos constituimos reproductores de esta queramos o no...
ResponderBorrarMientras la "víctima" esté de acuerdo y no se dañe nada, está perfecto. Y con "no se dañe nada" también me refiero a la veredas, porque los que tenemos que pasar por ahí todos los días debemos soportar por meses semejante olor a comida en descomposición.
ResponderBorrarPeor es en Chile en que los "pelados" es decir a quienes ingresan a la Universidad los someten a prácticas de iniciación a veces muy violentas y en cima todavía no se recibieron.
ResponderBorrarBueno, eso mismo que dice el anónimo. En Chile se aplica el ritual a los estudiantes novatos (novatos de nuevos, no me refiero a ninguna universidad en especial); es como una forma de hacerles ver o refregarles su inocencia, su "inferioridad" por ser el recién llegado. Quizás está más cerca de la idea de rito iniciático del cuento...lo que no quita su lado humillante e incluso, criminal cuando la cosa pasa a mayores.
ResponderBorrarEl rito es esperable en una sociedad que también parece disfrutar algunas barbáricas "despedidas de soltero". Saludos.
ResponderBorrarTambién puede ser divertido para alguien darse de martillazos en los dedos en la sala de clases para ver cuanto aguanta los gritos sin que se de cuenta el profesor. Pero aunque logre contener sus alaridos, de todas maneras me parece que a ese alumno debiera prohibírsele su actividad: porque la sala de clases no está para eso.
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