Nozick: Wilt Chamberlain y la igualdad


El 2 de marzo de 1962, los Philadelphia Warriors le ganaron a los New York Knicks por 169 a 147. El resultado muestra un partido de gran goleo, algo clave para fraguar un récord histórico que todo el mundo considera irrepetible: un jugador que marca 100 puntos en un partido oficial de la NBA. La foto que aquí posteamos corresponde a esa noche.

En realidad, parece que el partido no terminó, lo suspendieron faltando 46 segundos porque la gente entró a la cancha. Y todo lo que podemos saber del juego es lo que nos cuentan: el match no fue televisado.

El autor de los 100 puntos fue la gran estrella del básquetbol americano de los sesenta, el señor Wilt Chamberlain.

¿Por qué los iusfilósofos suelen hablar de Wilt Chamberlain?

Debido a su popularidad, Chamberlain fue tomado como ejemplo en una famosa argumentación que Robert Nozick (1938-2002) desgranaba en Anarquía, Estado y Utopía (1974) sobre la igualdad. (Ver aquí un artículo introductorio sobre la obra, vía predicado)

De alguna manera Nozick buscaba darle vuelta al más conocido argumento de John Rawls (1921-2002) -autor que fanatiza a M.E. de La Barbarie- de un "pacto hipotético" entre sujetos que, cubiertos por un "velo de ignorancia" sobre sus potencialidades y carencias, convienen principios de libertad que permiten las desigualdades sólo cuando contemplen al grupo social menos aventajado, haciéndolo participar del beneficio en cuestión, aunque sea en cierta medida (principio de la diferencia).

Pero conste que la exégesis rawlsiana es compleja, y aquí sólo hicimos un vuelo ultra rasante.

Wimbledon no discrimina

El recuerdo de Nozick me surgió a propósito de un centro de La Ciencia Maldita, que se pronuncia en contra de la igualdad de recompensa a tenistas mujeres y hombres. Su argumento es economicista: como el circuito de varones genera más plata (Valor Social De Tu Actividad) , su pago debe ser mayor (Recompensa Individual). La igualación forzada, entonces, desbalancea la proporción, y puede provocar ineficiencias.

Yo estoy con él. Como siempre dice la Corte Suprema, iguales son los iguales en iguales circunstancias. Distinguir entre desiguales no es discriminatorio, cuando esto parte de diferencias objetivas: Sharapova es la cúpula de una pirámide más chica que la que sostiene a Federer; ergo, su valor es menor. (Apelar a que el esfuerzo de cada uno es igual, nos llevaría a consecuencias absurdas: proponer que el campeón de la fórmula seis de las categorías zonales -que se rompe el lomo poniendo a punto su Falcon- deba ganar lo mismo que Fernando Alonso).

Por eso es que, en una segunda línea argumental, torné a pensar en Wilt Chamberlain.

El copago de Chamberlain

La famosa historia de Nozick parte del supuesto de que, siendo Chamberlain tan bueno, cualquier espectador estaría de acuerdo en pagar un plus de un cuarto de dólar para ver un partido que él dispute. La liquidación agregada de ese "copago" arrojará una enorme desproporción entre lo que gana Chamberlain con respecto a sus compañeros. Y eso, dice el libertario Nozick, no es injusto.

Hay una distribución inicial, D1 (igualitaria), y una distribución final, D2 (que favorece a Chamberlain), y la transición entre ambas resulta de una transacción voluntaria por parte de las personas legítimamente involucradas.

Chamberlain se hace inmensamente rico, rompiendo la distribución inicial, pero está bien, pues todos obraron de acuerdo a su libre albedrío. Ergo, el procedimiento consensual legitima cualquier resultado. ¿O es que consideramos inaceptables los acuerdos libres entre adultos?

¿Tiene razón Nozick?

El argumento de Chamberlain ha sido objeto de muchas refutaciones: la principal es la de Gerald Cohen. Nosotros recomendamos leer este paper de Fernando Lizárraga (Diamantes y fetiches, aquí en PDF), y lo invitamos a que nos explique el asunto:


No es cierto, dice Cohen, que todas las transacciones libres de fuerza y de fraude preservarán la justicia inicial. La mezcla de justicia con justicia no resulta necesariamente en una situación justa. No sólo los actos deliberadamente fraudulentos pueden arruinar la pulcritud de las transacciones de mercado. También la ignorancia y la mala suerte son factores cuanto menos distorsivos que desafían la idea de que los intercambios justos preservan la justicia original. Entonces puede decirse -y éste es el primer argumento de Cohen- que la ignorancia de las consecuencias a largo plazo puede viciar la justicia de una transacción. Este es el punto de refutación del famoso caso de Wilt Chamberlain. Quienes pagan por ver a su jugador favorito y aceptan que una parte vaya directamente al bolsillo del astro obtienen lo que quieren (ver jugar a Chamberlain) pero pierden en términos de poder y riqueza y, peor aún, ponen en riesgo el esquema igualitario inicial (...). En suma, el primer argumento de Cohen radica en que las transacciones justas pueden tener resultados injustos en términos de desigualdad no advertida por los participantes.


¿Cómo se traduce esto al caso de remuneraciones de tenistas? Sabemos que en el deporte de elite hay un esquema de pagos poco redistributivo en el reparto de la torta. Sabiendo que las mujeres no generan lo mismo que los hombres, entonces, ¿por qué tendría sentido darles, como dice Rollo, un subsidio cruzado a través de la igualación?

Hay una justificación tb eficientista que subyace en Cohen. La respuesta -que yo propondré- es que hay una discriminación positiva que ayuda a ampliar la base social del tennis como deporte a largo plazo. Aquí me pongo en plan profeta, comprando lo que dice Cohen sobre que "la ignorancia de las consecuencias a largo plazo puede viciar la justicia de una transacción". (El argumento será discutible, pero en última instancia no quiero hacer otra cosa que mostrar una forma de explorar por qué Cohen podría decir que Wimbledon tiene razón).

Lo que ocurre -diremos- es que, aunque jueguen por separado, Federer y Sharapova son parte de la misma pirámide. Cuando hay más mujeres en esa pirámide -y a esto propende el darles incentivos económicos "igualados"- ello ayuda a que más mujeres lo practiquen, y/o que estén dispuestas a levantarse con nosotros a las seis de la mañana para verlo por tevé y subir los ratings, y/o que paguen u$s 300 para ver a Federer. A su vez, nosotros también nos levantamos para ver a Sharapova, así que no es todo pérdida.

A corto plazo, a Federer hoy le convendría ganar más. Pero si eso pasa, es probable que el Federer de mañana gane menos. Y Wimbledon está pensando en el Federer de pasado mañana: de cara al crecimiento sustentable del deporte, este subsidio tiene un sentido estratégico.

Que no lo tiene, por ejemplo, el del tennis de discapacitados (tenis adaptado), un colectivo mucho menos numeroso que el colectivo "mujeres". Como mercado o como señuelo es insignificante, y por eso a las cúpulas del deporte no les interesa igualarlo, y nadie que yo conozca ha visto un partido por la tevé.

Pero el Estado -y las mismas organizaciones- suelen dar subsidios a los deportistas discapacitados (ver aquí los sponsors de la Asociación Argentina de Tenis Adaptado).

Y ahí, parece, funciona mejor la explicación de la "teoría de la justicia" de Rawls. Si estoy con un velo de ignorancia, y no sé si cuando me lo saquen voy a ser Federer o un tenista discapacitado, me gustaría que de darse el peor de los casos alguien me diera la oportunidad de realizar mi vocación de una u otra forma.

Aunque Roger, acaso, la pase mejor, irá a coparticipar de su beneficio a la estructura social -ya no tenis pro- que lo sostiene. Lo cual no implica "expropiarlo", pues si se lo hace así, el Federer racional no encontrará incentivos para dedicarse al deporte profesional y poder ver la excelencia que tanto nos deslumbra.

...

P.D. 1. Seguro que Gargarella, en "Las teorías de la justicia después de Rawls", debe decir algo interesante y más erudito. Pero no encuentro el libro en mi biblioteca, que es un desastre.

Update: Encontrado el libro de Gargarella. Dos glosas de su intro:

  • "Desde el comienzo del Iluminismo, el contractualismo se ha mostrado como la forma más atractiva de "completar el vacío" dejado por las explicaciones religiosas sobra las cuestiones morales, sobre el problema de la autoridad. (31)


  • ¿Para qué me sirve saber qué acuerdo hubiera firmado en ciertas condiciones ideales que se encuentran por completo alejadas de lo que es mi vida presente? A Rawls no le interesa defender la exigibiliad de los arreglos institucionales que se derivarían de él .... El contrato tiene sentido porque refleja nuestro estatus moral igual, nos sirve para modelar la idea de que ninguna persona se encuentra inherentemente subordinada frente a las demás. (33.34)

P.D. 2. El record de Chamberlain es irrepetible en términos cuantitativos. Pero mucho se le acercó Kobe Bryant, el año pasado, cuando marcó 81 puntos jugando para los Lakers, en la victoria conseguida ante los Toronto Raptors por 122 a 104. No es difícil argumentar que ese goleo, en un básket más cerrado como el que se juega hoy, es tanto o más meritorio que los 100 puntos de Wilt en 1962.