En realidad, ese libro es una recopilación de las disertaciones de las Conferencias Tanner (Liberty Equality and Law. Selected Tanner Lectures on Moral Philosophy), un evento anual donde comparcen celebridades de las ciencias sociales, desde Umberto Eco y Jurgen Habermas hasta Octavio Paz y Karl Popper (para más datos, ver el lnk que posteo abajo).
Tomo el libro y veo marcado, con lápiz, la página 108. Es de Charles Fried, (¿Es posible la libertad?) y vale la pena decirlo, el tipo es conservador, hasta apoyó al actual Justice John Roberts.
Y dice esto:
Es natural preguntar si los que tienen derecho a beneficios bajo los presupuestos del mínimo social pueden tener derecho, en su lugar, a reclamar el valor monetario de esos beneficios, gastándose el dinero en lo que quieran. La teoría económica enseña que los pagos en dinero son superiores a las distribuciones en especie, puesto que (en hipótesis) no le cuestan más al dador, a la vez que dejan al beneficiario con opciones ampliadas. Este teorema deja de sostenerse sólo si suponemos alguna especie de fallo del mercado, sobre el que no contamos, o si adoptamos hacia los beneficiarios una actitud paternalista, lo cual encuentro de mal gusto. Pero sí concluyo que sólo hay derecho a los propios bienes esenciales, no a su equivalente en dinero. (Dejo abierta —incluso prefiero, la posibilidad de dar una especie de dinero restringido a los beneficiarios, que se pueda usar para adquirir, digamos, asistencia sanitaria en el mercado.) La razón deriva de la base de ese título de derecho: una particular especie de necesidad humana (miseria) que moralmente estamos obligados a tener en cuenta. Es el hecho, por ejemplo, de que otra persona, digamos, que sufre apendicitis podría curarse en el hospital, pero iría a parar a una muerte dolorosa si no se le ingresara; es ese hecho y no el de que esa persona pobre no pueda pagar el hospital lo que nos plantea esa apelación. Si imaginamos que damos a esa persona el dinero para la operación y ella se lo da a su amante para que se lo gaste en bebida, la apelación para ayuda seguiría estando ahí: no le dejaríamos (no le deberíamos dejar) que se muriera de ruptura de apéndice y peritonitis. Pero eso significa que es la asistencia sanitaria aquello a que tiene derecho y no otra cosa. Supongo que el individuo en cuestión puede rehusar la asistencia médica; obligarle sería paternalista, en efecto. Sin embargo, él no tiene derecho a dictar los términos de provisión: si no quiere en absoluto asistencia médica (o vivienda, o alimento u otros bienes esenciales), entonces renuncia en conjunto a sus pretensiones hacia nosotros. Eso no equivale a decir que en ciertas circunstancias no resulte más práctico y eficaz dar a los pobres, o a ciertas clases de pobres, dinero en vez de bienes o de dinero restringido. Eso dependerá de los detalles de la administración y la política. El principio, sin embargo debería quedar claro.
Ante un problema, el Estado puede (1) no hacer nada, (2) dar por sí mismo, o pagar a terceros, para que den la prestación concreta, o bien (3) darle al necesitado el "dinero" y dejar que éste elija su prestador. Lo que Fried nos explica es que la tercera opción no es válida, a menos que la consideremos no en dinero neto sino en forma de la morfcard de Rollo Tommassi, remixando la idea nortemericana de los Food Stamps, (algo que en Santa Rosa ya existe desde hace un año, la "tarjeta alimentaria"). Este ejemplo es pertinente porque el argumento que Fried trabaja, de asistencia médica, podría extrapolarse hacia la alimentación, y también hacia otros derechos básicos o urgentes, y costosos.
Por si acaso, esto también vale para entender por qué un eventual "ingreso ciudadano" no debería suplir ni menoscabar los sistemas estatales de prestaciones de bienes básicos.
Lnks.
- Sitio de las Conferencias Tanner, donde se puede acceder a los textos completos de las disertaciones en pdf.
Pongamos por caso práctico, las ART, o las obras sociales, que para el caso en que no hayan montado adecuadas redes de prestadores de salud recurren al mecanismo de "reintegro" - según y por el cual, abonados los servicios médicos por cuenta del beneficiario la aseguradora u obra social proceden luego, con toda parsimonia, a evaluar la procedencia del gasto y a restituir lo que consideran justo y necesario acorde a la cobertura pactada - no sería lo mismo, y claramente no lo es, en tanto que el beneficiario debe financiar la prestación él solito y luego someterse al juzgamiento del asegurador acerca de la pertinencia de prestaciones y montos.
ResponderBorrarSería mejor dejar en claro que estos prestadores de servicios de salud deben CUBRIR LA PRESTACION en el momento en que se precisa y no restituir gastos a posteriori.
El principio es adecuado.
Gustavo, entiendo el punto de que si el "derecho" es a la salud, es mejor prestar ese servicio que dar el dinero y que eventualmente termine siendo gastado en whisky (no porque despreciemos la libertad de elección del beneficiario, sino porque el beneficio tiene un propósito específico). De cualquier forma eso no me lleva a sostener que los servicios tengan que ser prestados directamente por el Estado, porque ahí aparecen los problemas de ineficiencia en la asignación de los recursos y ausencia de incentivos para una correcta prestación del mismo, y terminamos como con las escuelas públicas en la ciudad de Buenos Aires, que sobran en los barrios donde no hacen falta (vgr. Belgrano, Nuñez, etc.) y escasean donde son realmente necesarias (vgr. Barracas, Villa Lugano, etc.).
ResponderBorrarAhora bien, a mi leal sabe y entender la mejor opción sería la entrega de un subsidio o tarjeta de débito o voucher o como se nos ocurra llamarlo, cuyo saldo pueda ser sólo utilizado para adquirir el tipo de bien que se busque proveer (alimentos, servicios de salud, escuela), pero al proveedor que elija el beneficiario. Es decir, los famosos "vouchers" de Milton Friedman por los cuales el estado le dice a los padres "tenés 500 mangos por mes para gastarlos en ESCUELAS, buscá la que más te guste y mandá a tus hijos, que yo pago" o el simpático ejemplo de la Morph Card del amigo Rollo.
El tema para mi es poder conciliar la provisión de niveles mínimos de bienestar por parte del Estado (¿me estaré volviendo socialista?) sin destruir los mecanismos más eficientes del mercado para hacer llegar los bienes en cantidad y calidad suficiente a quienes los necesitan.
Respecto al valor de la moneda, la coyuntura actual del país requiere ponderar índices reales de inflación, proponiéndose la tasa activa en cualquier demanda por daños y perjuicios, sin que pueda intuirse si será suficiente en un futuro cercano. Paranoia - o inquietud- que es evitada con las prestaciones en especie.-
ResponderBorrarGustavo, gracias por el dato de la conferencias Tanner.Respecto al tema planteado un ejemplo interesante para analizar es el caso francés en el cual el sistema de salud es gratuito para todo el mundo hasta el 70%. El 30% de cubrirse personalmente o adquirirlo con una mutuelle. Ahora si el usuario no devenga más de 1100 euros, el Estado cubre el 30% restante. El dinero se lo entrega al usuario, una vez este haya cancelado el servicio médico, con lo que asegura que el dinero entregado responde a un gasto que efectivemente se realizó para la salud.
ResponderBorrarOtra ayuda del Estado francés es la que otorga a través de la CAF. Esa debe estar demostrada y la consignan en el cuenta de ahorros y puede ser para arrendamiento, asistencia para menores de 3 años.
En Educación no se desembolsa dinero alguno. En fin, una debate mu interesante.
Gustavo te incluí entre mi listado de Blogs favoritos en mi blog:
http://margencultural.blogspot.com/
al cual estas bienvenido,
Desde Nantes, Un saludo,
Francisco
Diego,
ResponderBorrarEstás hecho un socialdemócrata! Bien. Votamos a Obama, ahora.
Francisco. Gracias. Está muy bueno tu blog, lo voy a poner ya mismo en los feeds (materia prima del obiter dicta de arriba) y próximamente lo linkeo en la página.
Muchas gracias, Gustavo. Promocionaré el tuyo,
ResponderBorrarUn saludo, Francisco