La anomia en la producción académica jurídica: 1992 y 2010

1992: "Normas técnicas de carácter interno a una actividad productiva"

Se lee en "Un país al margen de la ley", en la primera edición de Emecé de 1992, páginas 122-124. Nino viene analizando la anomia, desarrolla varios ejemplos, nos interesa aquí el quinto. Los resaltados son nuestros.

"El quinto ejemplo que quiero tomar tiene que ver con el cumplimiento de normas técnicas de carácter interno a una actividad productiva, y que sin duda están dirigidas a maximizar su eficiencia. Por cierto que este incumplimiento debe ocurrir en casi todas las actividades productivas de bienes y servicios. Es conocida la falta de cumplimiento de normas de control de calidad en la fabricación de productos (que nos ha perjudicado persistentemente en el exterior con las variaciones en la calidad de productos exportados) o los estrechos márgenes de seguridad que se emplean en la realización de diversos servicios."

"Quiero ilustrar este tipo de anomia con el ejemplo de la actividad que yo mismo desempeño: la actividad académica consistente en producir investigaciones teóricas en el campo de la filosofía, la ciencia del derecho y la teoría política."

"La investigación teórica para realizarse con seriedad requiere dos tipos de condiciones infraestructurales: por un lado, un marco institucional que provea los recursos necesarios para llevar a cabo esa tarea: sueldos que permitan la dedicación intensa, bibliotecas y hemerotecas, materiales de trabajo, la interacción con estudiantes de grado y posgrado cuyos estudios se nutran de tales tareas de investigación. Por el otro lado, una comunidad académica que establezca pautas de excelencia en la producción teórica, que controle el cumplimiento de esas pautas, que establezca y aplique criterios de selección y promoción de los investigadores en el área, que genere una dinámica de discusión e intercambio de ideas."

"Es obvio que el primer tipo de condiciones no se satisfacen en nuestro medio. Las universidades, que constituyen los ámbitos institucionales naturales para la investigación teórica, no proveen, sobre todo en el ámbito de las ciencias sociales, el derecho y las humanidades en general, ninguna de las condiciones antes mencionadas (ni sueldos, ni material bibliógrafico, ni otras facilidades, ni contactos sistemáticos con estudiantes involucrados en tareas de investigación). En realidad (...) lo que llamamos"universidad" en nuestro país ha perdido las características que distinguen a ese tipo de instituciones en el mundo civilizado: enseñanza interrelacionada con tareas de investigación, dedicación exclusiva a la docencia y a la investigación por académicos profesionales (y no por profesionales que hacen de la docencia una tarca amateur u honorífica), dedicación intensa a su entrenamiento por parte de los estudiantes, deliberación crítica y no memorización repetitiva como método de aprendizaje, las bibliotecas y laboratorios como centros de la vida universitaria. (…)"

"Sin embargo, no es a la ausencia de esta primera clase de condiciones que me quiero referir aquí sino a la inexistencia, lo que no ocurre en las ciencias llamadas "duras", de una verdadera comunidad académica que cumpla las funciones que he mencionado. Esto es relevante para este trabajo porque no tiene que ver meramente con la escasez de recursos -como lo prueba en áreas como las de la física o química igualmente desprovistas de medios- sino con el fenómeno de la anomia. En derecho, ciencias sociales y las humanidades en general, no obstante la existencia de algunos teóricos realmente brillantes y de haber muchos estudiosos de gran valor por su dedicación a la actividad teórica de entrega desinteresada a la docencia, no se han generado pautas de excelencia académica que permitan distinguir al "burro" del "gran profesor". En muchos concursos se juzgan los antecedentes en forma meramente cuantitativa sin tomar en cuenta la calidad de los trabajos, el prestigio de las revistas o las editoriales donde ellos han sido publicados, las excelencias de las universidades donde se han realizado estudios de posgrado. No hay generalmente entre las univesidades y centros de investigación, sobre todo en las ciencias sociales y las humanidades, competencia para atraer a los profesores e investigadores cuya producción es más interesante. No hay en general un cursus honorum claro para los jóvenes que se inician en tareas de investigación, no obstante la vocación conmovedora de muchos de ellos. Las promociones académicas poco tienen que ver con los méritos genuinos que se vayan acumulando. Los exponentes más claros de todo esto son las academias, las que en el plano de las ciencias sociales y de las humanidades (con la posible excepción de la economía) están lejos de contar como miembros con los intelectuales que más han contribuido a su campo teórico y que gozan de mayor prestigio internacional, por supuesto salvando algunos casos excepcionales. En el ámbito del derecho, la filosofía y la sociología, etcétera, no hay una jerarquía de publicaciones periódicas claramente entendida. Es más, la mayoría de las publicaciones periódicas no cumplen en general con normas de referato anónimo de pares para la publicación de los trabajos que es de práctica en toda revista seria. No se pone generalmente énfasis en que cuando se escriba sobre un tema se tome en cuenta y se aproveche el trabajo que se ha hecho sobre el mismo tema, a veces en la Argentina misma. Raramente se expone claramente una tesis a defender, mostrando en qué medida difiere o constituye un avance sobre lo que ha sido expuesto en otros trabajos. No se promueve la discusión objetiva y seria. Generalmente las referencias a otros trabajos son o bien citas de compromiso dentro de una práctica de reciprocidad mal entendida, o involucran ataques personales, que tienen origen generalmente en conflictos por celos profesionales o hasta en encontronazos por intereses ajenos al campo académico. En el campo del derecho, no hay prácticamente juristas teóricos independientes que no tengan intereses profesionales, políticos o empresariales y que puedan, por ejemplo, criticar a la Corte Suprema (sin temer por la suerte de juicios que tengan entablados ante ella como abogados prácticos). La apropiación indebida de opiniones ajenas se practica con alguna frecuencia, y, como todo lo que ocurre en este ámbito académico, no es objeto de sanciones claras por parte de los colegas en la actividad. En el mejor de los casos se prefiere ignorar lo que se escribe en el mismo país para citar en cambio a autores extranjeros, muchas veces absolutamente desconocidos en sus países de origen pero cuya mención da un aire de erudición y autoridad a lo que se expone. No suele haber cuidado en la precisión de las citas y las referencias bibliográficas."

"Muchos de estos rasgos anómicos en la actividad intelectual en el campo de las humanidades y las ciencias sociales (…) son consecuencia del aislamiento respecto de comunidades académicas que se ocupan de estos temas en el exterior —como sí ocurre en las ciencias "duras"—. La integración con tales comunidades hubiera implicado la necesidad de adoptar sus pautas de excelencia, pero también hubiera conducido al desplazamiento de muchos de quienes ocupan lugares prominentes en los ámbitos teóricos autóctonos y la promoción de muchas figuras de nivel internacional que todavía trabajan, milagrosamente, en los ámbitos académicos de las humanidades y de las ciencias sociales del país."


2010. ¿Tiene (todavía) razón Nino?

Quince años después, muchas cosas que han cambiado, otras no.

Veamos:

  • Tengo la sensación de que no hemos mejorado ni un poquito en los concursos, donde los antecedentes se pueden seguir juzgando en forma meramente cuantitativa (y ese no es ni de lejos el mayor problema que tienen). Los sueldos siguen siendo bajos y el amiguismo (y enemiguismo) sigue existiendo e influyendo en lo que podríamos llamar el cursus honorum.
  • Pero poco a poco hemos aprendido reglas básicas del arte, como el cuidado en la precisión de las citas y las referencias bibliográficas, que ahora son de dominio universal. La mayoría de las tesis son mucho mejores que las que se hacían hace veinte años: más críticas, menos solemnes, más sinceras, más focalizadas, más atentas a dialogar con otros trabajos paralelos y anteriores.
  • Es posible animarse a pensar que sí hay una incipiente "competencia" para atraer a los profesores e investigadores cuya producción es más interesante. En ello tienen muchísimo que ver las universidades privadas caras, que necesitan justificarse dando valores agregados: profesores "full time", pedagogía y nuevos métodos de enseñanza del derecho, vinculación con universidades "prestigiosas" del exterior.
  • Aunque sea por esas razones comerciales, ya no es verdad lo del "aislamiento respecto de comunidades académicas del exterior", ya no es (tan) verdad lo de la "deliberación crítica y no memorización repetitiva como método de aprendizaje". Por imitación o emulación, estas buenas prácticas se derraman al resto del paisaje académico.
  • Hoy, creo, podemos contar con un mínimo stock de académicos profesionales en ciertas áreas del derecho (filosofía del derecho, derecho constitucional, que no casualmente son también las que tienen un corpus de teorías más exportables/importables). En otras, como derecho civil, se sigue la vieja usanza del abogado practicante doctrinario. El AQDC de Bovino sigue predominando, que quede claro, en toda la academia jurídica, aunque el diálogo y la interacción con académicos full time suele mejorarlos (mejorarnos).
  • Finalmente, un factor exógeno ha sido decisivo para madurar estas mejoras: internet. La enorme disponibilidad de materiales permite horizontalizar las posibilidades de investigación. Era impensable que en 1990 yo pudiera investigar sobre una línea de fallos de la Corte Suprema de los Estados Unidos trabajando desde La Pampa. Hoy lo puede hacer cualquiera con nada más que tres cosas simples: tiempo libre, banda ancha, leer inglés. Las investigaciones son mucho más rápidas, y, al menos teóricamente, es más fácil distinguir al "burro" del "gran profesor", las diferencias quedan pronto en evidencia.
  • En algún momento deberemos identificar las tendencias negativas del nuevo escenario: el minimalismo excesivo (las tesis que ahora se ocupan del borde de la uña del meñique de una materia), el agobio, la adicción y la malversación en el uso de datos copipegados que ahora se facilita tanto.
  • Mientras tanto, es dable suponer que todos estos factores seguirán traccionando la transformación de la academia jurídica al menos por la próxima década. Lo que sigue es un lento pero seguro proceso de transición en el que, de momento, sólo cabe esperar mejoras al negro panorama que Nino presentaba en 1992. Inevitablemente habrá un reacomodamiento en los usos y costumbres, expiando viejos vicios y pecados.
  • Mañana es mejor.