Argentina - México | Opinión del juez Dr. Ricardo Lorenzetti

Fea responsabilidad. Soy el primero del tribunal en comentar el tremendo sector del mundial donde perdés-te-vas. Y el peor partido de ese peor tramo: el cuarto es el más incómodo de los eventuales siete.


Desacostumbramiento al riesgo.

El derecho laboral tiene tabulada la teoría del "acostumbramiento al riesgo". Una conducta negligente -poner un andamio sin baranda y subirse a el- no debe imputarse a la víctima si se da en un contexto -digamos laboral- que lo ha llevado a convivir sistemáticamente con situaciones riesgosas.

Lo inverso también existe.

Argentina sufrió el desacostumbramiento al riesgo, luego de tener un camino suave y relajado para llegar a estos octavos. Todo el primer tenso trecho del partido, ese agarrotamiento albiceleste, es hijo del vértigo que le dio al equipo verse en una situación inquietantemente desconocida. El miedo, nene.

Por otro lado, México llegaba como un equipo survivor, habiendo jugado en el grupo tres partidos con tensión extrema, así que obviamente no se sentía extraño en ese abismo. Y tenía una gran ventaja que le permitía liberar tensiones: para México jugar con Argentina implica un enfrentamiento que presupone la aceptabilidad de toda derrota.


El mejor peor partido

Ah, las paradojas. Toda una generación de juristas ha sido educada durante una era del orden, fundada en una única concepción formal del Derecho, inspirada en la dogmática kelseniana y en la deducción silogística. Y ahora no entienden nada porque es la era del desorden. Si, por supuesto, para ganar hay que jugar bien, pero también hay que saber jugar mal. Los que juegan bien ganan partidos, los que saben y pueden jugar bien mal ganan campeonatos.

Como con plata, jugando bien cualquiera es vivo. On the zone se te agranda hasta Chacarita. La gracia de los grandes equipos es tener un hardware y un sistema operativo que les permita sobrevivir, sin colapsar, jugando mal. Algo que fatalmente ocurre, siempre, porque nadie juega bien siete partidos seguidos.

En el mundial hay equipos que jugaron bien y casi siempre ganaron, y por supuesto equipos que jugaron mal y casi siempre perdieron. Alguno de ellos, por excepción, pudo haber empatado o sacado un triunfo pijotero jugando mal.

Lo que no había hasta ahora es un equipo que pudiera acreditar haber jugado mal, ver eclipsada su súper estrella, y aún así, ganar cómodamente. El triunfo de Argentina es mucho mejor que una goleada tardía, como la de Alemania. Es cualitativamente mejor porque ha ganado de un modo tal que nunca tuvo el partido en riesgo, mientras que si Alemania autoboicoteaba su ventaja temprana de dos goles iba a sentir en sus tripas un intenso olor a derrota posible.

Entre muchas otras razones para ser optimistas en el mundial, ahora tenemos ésta: Argentina fue el equipo que mejor jugó jugando mal. Un gran mal jugador, qué ideal de belleza.


Teoría de la decisión judicial

Como sabrán yo soy muy amigo de la incorporación de las nuevas tecnologías. Tengo facebook, sin ir más lejos.

El día de ayer es al viejo fútbol de escrutinio artesanal (a ojo desnudo) lo que el caso Carrasco fue al servicio militar. Este será el último mundial donde vamos a ver tipos que meten goles estando dos metros en offside, o tantos que no se cobran con la pelota una yarda adentro del arco. En un momento la FIFA jugó con el morbo que generaba el error arbitral. Ahora ya ha dejado de ser gracioso. Se verá desde luego la forma de limitarlo para que no sea un engorro, pero persistir en eso es como lo de los procesalistas que se negaban a mirar por el telescopio de Galileo.

Ahora, habiendo dicho esto, tengo que confesar que casi lloro cuando vi el incidente del gol en offside y lo que hizo el juez Rosetti. Hay que sentir (y esto es intransferible, yo no la sentí hasta que llegué a la Corte) esa amarga y sofocante tensión del que ve patentemente un error en el decisor y al mismo tiempo sabe que el recurso presentado no puede prosperar. También es instransferible sentir cómo se disipa mágicamente el problema poniendo nada más que un número arábigo de tres dígitos.

Pero estábamos con la tensión. Y entonces, qué hace uno. Recurre a una solución no prevista (mirar la pantalla) en aras de la justicia material, invocar la gravedad institucional del caso o el cuarto inciso no escrito del artículo catorce. O sigue la ley que le prohíbe hacerlo, los ápices procesales frustratorios. Qué preferimos, ser justos o ser legales.

La gran tentación es la de "hacer justicia", pero esa solución de egoístas y de inmaduros está fuera del rango de competencias de un juez. Porque sólo lo puede hacer asumiendo que tiene derecho a hacer cosas que el reglamento no le permite. Y si lo hace en este caso, toda su legitimidad quedará resentida porque pierde la base de su autoridad. Lo respalda el reglamento, como dice el positivista Apo, y ninguna otra cosa, agrego yo. Sin respaldo no somos nada, ni toga tenemos.

Si el juez italiano anulaba el gol luego de ver la repetición no podría negarse más tarde a hacer lo mismo con cualquier otra jugada que ocurriera en el partido. Sería él, y no Argentina, la primera víctima de su propia jurisprudencia. Desde ahí y hasta el final del mundial cada jugada polémica iba a suscitar la tentación de ver la repe recurriendo al "excepcional" precedente. Las consecuencias serán inmanejables. Si va a haber video ref, que sera por decisión normativa del legislador, no por soluciones casuísticas y pretorianas que por su discrecionalidad intrínseca son un llamamiento al botellazo.

Qué gran tentación resistió Rosetti. Qué afinado su cálculo de costos implícitos. Cómo ha honrado la enorme responsabilidad de la magistratura. Cómo ha asumido estoicamente las obvias calamidades personales que se seguían de su decisión, el descrédito infamante, el ser eyectado in limine del pool arbitral del mundial. Cómo ha incluso observado la neutralidad posterior, pues aún sabiendo que un equipo fue perjudicado no se indujo a "compensarlo" con fallos punitorios para el equipo rival.

Como me caben las generales de la ley, debo reconocer que hay acá algo que bien me decía Raúl por SMS: nos fanatiza la decisión de Rosetti, no sólo porque reduce poder punitivo, sino porque además nos conviene. Si no fuera así, todavía estaríamos puteando contra los ápices procesales frustratorios.

En el próximo acuerdo voy a ver si los convenzo para que pongamos una gigantografía de Andrés Rosetti ahi donde estaba la virgen.






El detalle

El Presidente de la CSJN les va a dar por este medio la explicación muy obvia del incomprensible cambio de Tévez por Verón.

Maradona siente como axioma que los superpoderes de este equipo (y su condición de campeonidad) están en Messi, y que esos superpoderes son tan frágiles como lo es la débil autoestima de Messi a extramuros de Barcelona. Entonces su ley primera es establecer y ratificar que Messi es la estrella del equipo, lo cual implica que nadie más puede serlo.

Habiendo visto que Tévez se perfilaba para opacarlo, le amputó a Calito el partido super consagratorio que tal vez se merecía, pero que ya no era necesario para ganar el cruce. Todo para evitar que se provoque un desequilibrio en la biodiversidad, un tajo transversal en la muy compleja cadena alimentaria de los egos de este ensambladísimo grupo. Maradona comprende eso y lo impide. Un Tévez super star hubiera sido una mala noticia para Messi y por ende una mala noticia para todos.




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