Dialogo entre un judicial y un litigante

(En el curso de la conversación queda claro quién es quién)



- No puedo creer que alguien que ve máximo diez casos por semana, tal vez todos del mismo cliente, piense en serio que sabe más derecho que nosotros, que vemos cien casos distintos por semana, de todo el espectro.

- No es así. Vos ves el espectro de lo que te llega, que es sólo una pequeña fracción de los problemas jurídicos. Por cada caso que litigo, hay por lo menos dos o tres problemas legales que yo veo y que no llegan a juicio.

- Pero lo que no llevás a juicio ni es tanto ni es tan distinto de lo que llega, en su mayor parte lo terminás resolviendo aplicando por anticipado los criterios que yo aplicaría, de alguna manera los abogados que arreglan si son buenos cabe presumir que transan en algo muy parecido al valor presente de lo que la justicia diría. O si no lo llevaste a juicio (en definitiva, tu cliente no quiso) tan importante tal vez no era.

- Es verdad, pero lo que importa es que yo probé que no ves “todo el espectro”. Por otro lado, aún dentro del subconjunto de cosas que te llegan estás limitado, vos no ves “todo” el caso, sino sólo ves lo que los litigantes te están dejando ver. Al final terminás viendo sólo fracciones juridizadas del caso, lo ves con anteojeras, y te limita el principio de congruencia.

- ¿En serio pensás que el principio de congruencia me limita? No es una limitación tan limitativa, porque tengo un ancho margen entre el universo de pruebas y pretensiones que suele haber entre partes y contrapartes.

- Pero tenés la obligación y la responsabilidad de ser imparcial, y yo no, por eso mi trabajo es menos problemático y más divertido. Yo a vos te puedo chicanear y vos a mi no.

- Pero yo decido, digo la última palabra. Y eso es más divertido.

- Ponele que sea para vos: yo te la apelo. Igual, si fuera ese el final, hay ahí algo que nos hermana a los dos: la sensación de vacío que te cae en la cabeza cuando termina un gran caso, incluso a nosotros cuando ganamos. La diferencia, la compensación, la plusvalía mía, es que cuando eso pasa yo tengo honorarios que cobrar, y me consuelo con eso.