Lorenzetti y la Corte: modelo, discurso, relato

Hemos escuchado con mucha atención el discurso de Lorenzetti en la "Apertura del Año Judicial". Obviamos una penosa lectura de LN y del gran diario de la que daba cuenta Wainfeld en esta subnota y pasamos a un enfoque exhaustivo.

Haremos un punteo al respecto, dividido en tres partes, "el contexto", el "discurso", y una pequeña valoración final mía. El post entero es largo -compensmos ausencia blogal con esto- y espero que valga la pena. Creo que acá hay más tela para cortar que en la mayoría de los fallos que podamos "analizar".

EL CONTEXTO

1. La "apertura del año judicial". ¿Es necesario? Cierto, ninguna norma constitucional ni tampoco reglamentaria exige este acto protocolar. Más aún: podría decirse que el Poder Judicial no necesita enunciar ninguna "política de Estado" sino "resolver los casos". Lo cual sería tan cierto como que el Presidente sólo tiene que "firmar decretos". Yo creo que la dinámica "casuista" es sólo una parte de la enorme cantidad de cosas que tiene que hacer un tribunal, y esto se multiplica por uno seguido de varios ceros cuando ese tribunal es la Corte Suprema y es la cúpula de un poder del Estado.

2. Un tribunal de este tipo tiene que tener una idea de para qué está en el mundo y de qué cosas le están pasando cerca y qué cosas tiene por delante, y alguna noción sobre qué piensa hacer al respecto. Como todo eso trasciende a los dispositivos sentenciales del caso-a-caso, todo tribunal tiene que urdir o fijar grandes líneas de trabajo que excedan lo meramente resolutivo. Y la fase de comunicación no es una parte accesoria sino que es algo que de hecho forma parte de esas mismas políticas.

3. Consecuentemente: me parece bien que un tribunal como la CS haga, o intente hacer políticas de Estadopara un Poder Judicial. Y me parece bien que estas se articulen en una instancia formal.

4. Lo que la Corte "enuncia" tiene un efecto movilizador sobre una larga lista de operadores judiciales que en diversas instancias están persiguiendo cambios en áreas que se veían herméticas, como aperturas informativas y procesales, perspectivas de género, avances en gestión y despapelización, etc. La intervención de la Corte parece meramente verbal vista desde afuera, vista "desde adentro", en cambio, "incide", incluso en quienes genera resistencias e incomodidades.

5. Para leer este discurso y para valorarlo se necesita hacer un ejercicio de ponderación anclado en expectativas moderadas. Nadie es perfecto y omnipotente, todos tenemos un mix de lmitaciones objetivas y subjetivas. Será muy fácil encontrar, como yo podría hacerlo en diez minutos y con esta Corte, un prontuario de decisiones jurisdiccionales y no jurisdiccionales inconsistentes, poco felices, defectuosas, desobedecidas, etc. Ahora bien, pongamos las cosas en perspectiva: ni los poderes más "fuertes" ni "virtuosos" consiguen en sus mejores momentos hacer el 100 % de lo que se proponen, ni tampoco ninguno ha podido ni siquiera en el mejor escenario conseguir que le salga bien el 100 % de lo que ha conseguido hacer. Mucho menos le podemos pedir eso al Poder Judicial, que para tantísimas cosas no depende de sí mismo. Messi erra hasta veinte pases por partido, y nuestras vidas son postales de grandes intenciones y modestas concreciones.

6. Tema del contexto. Nómbrenme un fallo importante de la Corte 2011. Si quieren ayúdense con este resumen de Todo sobre la Corte. Los tribunales tienen temporadas y también manejo de tiempos, y tratan de hacer más cosas a contraturno de los años electorales densos. El asunto es estrategia comprensible. De todos modos sirve para definir un contexto: el año que precedió a este discurso no es un año de vacas gordas. De modo que 2012 es decisivo para saber si la Corte se va apagando, burocratizando, "normalizando", o no.

EL DISCURSO

Acá, completo en PDF.



Lorenzetti habló de varios principios de lo que presentó como un "modelo" de Justicia, que sería el que implementa, asume, propicia, la Corte. Principios que veremos en el orden en que fueron expuestos, entonces.



"Acceso a la justicia". 

-  Empieza hablando de esto a partir de la pulsión a que la protesta social se reprime y se silencia “Lo mejor es escuchar”, “dar canales de participación”. Menciona a la gente de Villa Inflamable: “por primera vez llegamos a un tribunal donde podemos hablar”, dicen al presentarse en una audiencia.

- Hay una idea epistémica y pluralista en ese concepto de que -se dirá" "la mejor manera de resolver los conflictos es escuchar distintas voces" ("una manera de que nos equivoquemos un poco menos", dirá más tarde). Por eso lo de audiencias públicas, lo de expandir la legitimación. Y la vertiente deliberativa: "es mejor escuchar a la sociedad antes de tomar una decisión que tomarla pensando que uno tiene la razón de antemano". Si lo ven bien, es un discurso -sorprendentemente- muy lleno de política. 

Hay entonces, una superación de una idea a veces eficientista, mecanicista, del acceso como simple remoción de trabas. Este enfoque puede tener sus limitaciones  (las paciencias de la escucha no siempre implican virtuosismos decisorios) pero es tanto más que la justicia hermética que en muchos corazones judiciales persiste.

Detalle: Lorenzetti buscula entre un viejo eslogan de Taringa y el famoso prólogo del Eternauta. Dirá: "es mejor la inteligencia colectiva que la inteligencia individual, es mejor la historia escrita por todos que la escrita individualmente".


Igualdad. 

La puerta de entrada a este eje me llamó la atención, en particular esta frase: "es muy fácil reconocer un derecho para un grupo que ya los tiene, el problema es el de los que no los tienen, los que están fuera del sistema". Visto en la clave aspiracional, el relato que enuncia Lorenzetti es el de la expansión del mapa de la cobertura de derechos. Mencionará piezas de su jurisprudencia. Hablará de libertad sindical, de de derechos provisionales, de derecho a la salud, de audiencias publicas por el derecho a la vivienda, concluirá que los Derechos Económicos, Sociales y Culturales forman parte esencial del modelo constitucional -evitendemente, dando por cerrado el modelo minimalista de derechos "contra" el Estado.

No se necesitará mucho cinismo para concluir que un puñado de fallos de la Corte, de acatamiento dispar, difícilmente puedan justificar el optimismo del relato. Pero no le pidamos que transforme la realidad a un fallo por vez -algo que supera sus fuerzas institucionales, y más aún, su encomillada legitimidad democrática-. De momento, la Corte al menos ve que ahí hay derechos con luces titilantes, y de paso nos alerta sobre los formalismos que nos opacan su brillo ("tenemos la tendencia a pensar que en un expediente sólo hay papeles, no hay que olvidar que detrás de eso hay un drama humano").

Detalle:  aunque lo dirá más adelante, el concepto más básico de igualdad "ante la ley", recuperado como "imparcialidad", tiene destinatarios surtidos en una frase clave "cualquiera sea el poder que ostente: político, económico, o de otra naturaleza": 


Libertad

Acercamiento progresivo desde el lugar correcto: "el ejercicio de la libertad es un valor" (parece zonzo, para muchos sigue siendo un problema). Menciones laterales sobre esclavización en formas modernas: trata violencia doméstica. Avanza a casos de garantías procesales penales, proclama -con corrección- que esa causa "no es incompatible con la lucha contra el crimen".

Toma el caso “Patitó” como el que elige mostrar de la libertad de expresión. La ve en su fase más clásica, como "libertad de crítica". Libertad de expresión tal vez merecía un concepto más denso, en la línea de pluralidad de voces; no hablar de eso era tal vez una decisión para no pegar mucho al discurso de la todavía litigada Ley de Medios. Ese salto de calidad sí se da para reconocer cómo mecanismos indirectos como la publicidad oficial también pueden afectar la libertad de expresión.

Finalmente, recupera la idea del "pluralismo", un concepto que suele ser más controversial que lo que parece (porque siempre hay ciertas ideas que nos parecen tan claras que los demás también tendrían que tenerlas". Recita el canon: "hay distintos proyectos de vida, nuestras sociedades son plurales, no hay que imponer nuestros valores a los demás. La libertad en términos constitucionales es que cada uno pueda vivir conforme a su propio proyecto de vida".


Estado de Derecho

Momento político que empieza en la apología de los fallos ejemplares sobre terrorismo de Estado y de esfuerzos subsiguientes (comisión interpoderes para que se lleven adelante juicios de lesa humanidad).

De algún modo recupera aquí la igualdad desde una versión negativa: "no debe haber discriminaciones". Interesante, no sólo menciona al "Estado" como agente presunto culpable, sino que dice también "tenemos que luchar contra los practicas sociales discriminatorias, una sociedad que es tolerante frente a los pequeños actos de discriminación es una sociedad que luego tolerará los actos más graves".

Esta idea también aparece cuando calibra la necesidad de "límites al poder". A "todos los poderes", literalmente, "a los poderes del Estado y los poderes fácticos”. Este movimiento de vaivén ha sido demasiado notorio y es curioso cómo se lo ha ignorado en las diversas lecturas e interpretaciones del discurso.

Retoma una idea no-agregativa, transcomicial, de la democracia. Conceptúa que la democracia es intensiva, no intermitente. "Los ciudadadanos reaccionan, debaten y discuten y en ausencia de otras vías lo hacen en el Poder Judicial. Hay que tener la prudencia necesaria para no sustituir la gobernabilidad (los jueces no gobiernan) pero saber encontrar la mediada justa de los límites para evitar los abusos de toda clase de poder y proteger a los ciudadanos”. No sé si notaron, de vuelta, lo de "toda clase" de poder. Es el salto de "Siri" a "Kot" (acotación no tan críptica para entendidos que sepan diez materias de derecho).


Derecho Ambiental

Caballito de batalla de Lorenzetti, con mucho activismo procesal, aquí reaparece con matices nuevos. Reconoce que "la temática ambiental va a ser el principal ámbito de litigiosidad" (audaz afirmación, la Corte maneja a rienda corta una megacausa muy eminente, Riachuelo Matanza, pero cuantitativamente los casos donde ha entrado en doctrina ambiental son todavía muy pocos). Falta mucho por conocer, pero aquí el discurso no es el del preservacionismo quietista sino el del desarrollo sustentable. "Hay que mantener el balance, no hay que prohibir innecesariamente, siempre hay maneras de encontrar puntos de equilibrio. El equilibrio en estos temas se debe mostrar con la mayor reflexión, es uno de los equilibrios más complejos que debemos enfrentar en el futuro". La invocación de un derecho ambiental en abstracto no debería ser, en esta lectura, carta de triunfo automático. Y aquí hay un nuevo punto para esa cuenta personal que vamos llevando, la del equilibrismo.


Asuntos internos

En la última parte se hace un repaso de diversas formas en las que la Corte construye una agenda interna para la transformación del Poder Judicial (o, en plural, de los Poderes Judiciales, porque su esfera de influencia explícitamente quiere trascender la de la justicia federal). Apuesta a la buena prensa de las "políticas de Estado" en términos de perdurabilidad, de trascendencia. "Necesitamos que lo que hacemos hoy continue mañana y pasado mañana". Esta afirmación parece obvia pero no lo es tanto, porque en las "justicias" hay mucho historial de stop and go, algo insólito si se advierte que en líneas generales es una burocracia que no tiene ciclos de renovación pautados por mandatos electorales.

Hablará de ideas de comunicación, de esfuerzos de gestión, de un plan nacional de capacitación (tema que que dejaremos para algún post propio en algún momento). Fuera de eso la fase hilvana definiciones variadas:

- "No puede ser que la justicia se mire a sí misma. Tiene que mirar a la sociedad y brindar un servicio".  (en esta fase pasa al discurso de la justicia "servicial". ¿Implica esto dejar de asumir que en la justicia hay un  "poder"? Yo, como muchos, he creído erróneamente que el rótulo del "servicio de justicia"  era una bajada de precio. Con el tiempo me he dado cuenta que eso es algo parecido a una función constitucional y es lo que primero tiene que estar buenamente haciendo antes de ponerse a pontificar como órgano superior y trascendente).

- Más específicamente: "Los problemas que tenemos no son insolubles. Nuestra gente pide sentencia en un tiempo razonable". Parte de aquí a tratar de entender como la tardanza agrava el problema de las críticas contra la justicia cautelar (amparos innovativos, no-innovativos, y debates sobre prisiones preventivas). Razonará que "la mayoría de los problemas que tenemos se deben a que siempre intentamos resolver de modo provisorio lo definitivo porque lo definitivo demora demasiado, tenemos que transformar esto para que lo definitivo se resuelva rápidamente".

- Dice a propósito de esto: hay que "tratar de que todos entiendan que la justicia más rápida es una necesidad". Cuando alguien dice “una justicia más rápida”, siempre hay alguien que dice “una justicia más lenta”. Ese alguien del "todos" son los abogados -inclusive abogados del Estado- que muchas veces tienen incentivos procesales y extraprocesales para desinteresarse por la celeridad. El ejemplo más obvio es el de aquel que vía cautelar ya obtuvo lo mismo que estaría teniendo de ganar en el juicio.



Conflictos y juicios

Frase hipercitable del discurso: "Los conflictos existen, suprimirlos es una idea totalitaria. Los conflictos son el motor de la sociedad democrática". La frase hipercitada:  "no podemos confundir conflictos con “juicios” y no todo conflicto tiene que terminar en un juicio". Nótese que no hay una bajada de línea explícita pro-mediación.

Al respecto dirá dos cosas:

Uno, "los conflictos macros que involucran a grandes grupos de personas deben ser resueltos". Los conflictos no resueltos se transforman en grandes núcleos de litigiosidad. Las tragedias colectivas corren el riesgo de transformarse en tragedias judiciales. En esta sección está dando cuenta de cómo muchos temas judiciales son la decantación no sólo de políticas públicas defectuosas (lo cual es obvio que siempre está ocurriendo, por aquello de que siempre a los poderes tienen un margen de error en lo que hacen) sino de la naturalización de esos fracasos. Por empecinamiento y por cortoplacismo, claro, pero todavía más (eso lo digo yo, no lo oirán ahí) por la idea de que la tutela de los derechos consiste en valorar cómo  "el sistema funciona" en tanto todos los que se sientan perjudicados siguen reclamando y ganando juicios, mientras que la fuente de agravio a los derechos sigue fabricando las mil causas que mañana entrarán al juzgado que hoy saca cien sentencias de la misma familia de casos. 

Dos, reingeniería procesal (la frase es mía, en realidad de Toribio Sosa, no del discurso). Explica cómo los ejemplos de “Cayo” contra “Ticio” son superados por procesos complejos, “megacausas”. Si les aplicamos los principios del procedimiento bilateral, escrito, con traslados, no hay causa que dure menos de 10 años. Si hubiéramos aplicado el principio en “Riachuelo Matanza” todavía estaríamos por los traslados, dice -y tiene razón-.

Al final, el discurso vuelve al final a asumir una posición subordinada. "El poder judicial es el más débil, La debilidad del poder es sustituida por la fortaleza de quienes lo integran. Con los principios uno encuentra un sentido en lo que hace, y los demás saben cuáles son los principios que deben respetar. Los Poderes Judiciales no son grandes por los recursos o los edificios que tienen, sino por la convicción de los jueces que lo integran".   Termina diciendo, con Weber “lo posible se puede hacer sólo si uno va buscando lo imposible”.

En esta apología de los principios hay frases de ocasión -más vale: un discurso tiene que mantener una línea motivante, no es un acta notarial- y tal vez una convicción demasiado optimista sobre la fuerza de los principios.

Como con eso termina el discurso propiamente dicho, y uno habla de lo que ahí se dijo, no puede dejar de notar algo: ninguneo riguroso al Consejo de la Magistratura, al que en el mix de apelaciones al diálogo interpoderes no se le dedicará casi (puedo equivocarme) ni una palabra.


¿APLAUSOS Y OVACIÓN?

Me gusta mucho la idea de imprimir un sentido en lo que hacemos. En tiempos de asepsia y desentendimiento, Lorenzetti trata de mostrar un "relato" de lo que está haciendo la Corte. No es menor su gestión para que no parezca inverosímil imaginar un consenso básico del tribunal en las cosas que Lorenzetti dice.

Yo creo que las discusiones tienen que darse dentro de esas coordenadas, sobre todo pensando en qué medida ese "modelo" muy genérico, en buena medida aspiracional, puede ser afinado, controvertido, y desde luego, en qué medida ese "modelo" se corresponde (o no) con el efectivo "funcionar" del Poder Judicial. Sin desentender la casuística, es evidente que las instituciones funcionan con templates, con modelos, con patrones, y esos patrones no son neutrales ni son gratuitos. La Corte quiere tener uno y es uno bastante bueno.

Luego, uno verá, no sólo con lupa, sino también -si mira con atención- a ojo desnudo ostensibles distancias, deudas pendientes, evidentemente no ve margen para lo ovación. Pero, lo siento señores escépticos, sí para los aplausos.



Lnks.

- Lorenzetti, al día siguiente, sobre su propio discurso (transcripción del diálogo con Wainfeld en Radio Nacional).

- El discurso de 2011 para una interesante comparación (muchas similitudes, pero bastante más escueto). En el finale de ese discurso decía algo lindo para judiciales: "que  todos nosotros, podamos de alguna manera y en algún momento, sentir, sentir en nuestro corazón que hemos hecho algo más que llevar y traer papeles de un juzgado a otro, que  hemos hecho algo más que ir a un trabajo a la mañana y regresar a la tarde, que hemos hecho algo más que cumplir una rutina".