El cuaderno táctico de Robert Alexy: cómo ganarle el mundial a Alemania

Los últimos mails nos muestran a un Robert Alexy consternado, con su vida descontrolada ("son muchos años de excesos", dice) y un gran signo de interrogación sobre su futuro. Al tramitar la renovación de su estipendio, el SIGEVA de Gotinga no habilita ya sus solicitudes. Paralelamente, las autoridades le han abierto un expediente por malversacion de fondos, por utilizar a becarios para la compilación de estadísticas "ajenas a su objeto de estudio". "Esta humillación y persecución de la que soy objeto demuestra la decadencia del Estado Alemán, que ciertamente no me merece" -nos dice en el correo- "y esta afirmación me lleva a reconsiderar muchas cosas".

En esta ola espiral descendente de pesimismo y autoconmiseración, dice inesperadamente Alexy:


La derrota de Alemania es posible tácticamente, deseable axiológicamente y esperable estadísticamente, tal como expondré a continuación.

a) Posibilidad táctica

El partido a ver para ganarle a Alemania es el de Francia, y no el outlier que se vio el martes con Brasil implosionando en vivo a doce mil frigorías. Francia, incluso a velocidad diesel, se mantuvo en partido hasta el final y tuvo un par de chances a pesar de haber tenido la desgracia de recibir un gol al principio con todo lo que ello implica para la memoria emotiva de un francés. Y Francia tiene menor actitud, peor material técnico y peor sistema táctico que el que -cabe presumir- Argentina le opondrá el domingo, en un partido inevitablemente muy disputado.

Alemania es dos equipos por el precio de uno. Simplificando, juega 4-1-4-1 cuando no tiene la pelota y 4-3-3 cuando la tiene. Alemania confía demasiado en su sistema y no va a hacer ajustes demasiado específicos para Argentina (como si los hicieron belgas y holandeses sofocando a Messi).

Alemania es como un arco: tarda tres segundos en tensarse, y al soltarlo la flecha se dispara en un milisegundo. Porque es un equipo asimétrico en los tiempos de reacción de sus transiciones: pasa rapidísimo del 4-1-4-1 al 4-3-3 (cinco de los goles vs. Brasil "nacieron" en la transición), pero tarda segundos vitales en ajustarse al revés. Todo no se puede en la vida.

Argentina tiene que explotar ese delay en el desdoble y lo podría hacer con dos cosas que hasta ahora ha hecho muy poco: (a) jugar a un toque, y (b) encarar al rival. Te llega la pelota: tocá, encará. Eso.

Es cierto que ese enfoque multiplicaría el número de eventos de posesión riesgosa y por ende el número de eventos de rápida recuperación de pelota por parte del rival. De vuelta, todo no se puede en la vida. Pero es un riesgo calculado porque Argentina es un equipo que se ha mostrado veloz y solvente para reagruparse en defensa, donde nunca queda descompensado.

Argentina, pensamos, puede derrotar a Alemania apelando a un concepto Alemán: la estrategia del Blitzkrieg.

Entonces, promoción válida sólo para este partido: hay que poseer poco, jugar rápido y vertical, y entrar por donde no lo esperan: por dentro, no por las bandas, nunca solos sino acompañados (concentrar las fuerzas en un punto frágil: ¡Schwerpunktprinzip!). Y pegarle al arco a cada rato y de donde sea (el arquero alemán, buenísimo pero emperrado en cobrar viáticos como líbero, invita a que lo hagan, le falta poner un cartel).

Hay que apelar, en suma, a esa forma de ataque festiva, aniñada y gozosamente ligera, propia del patio del recreo; tan inconsciente y primitiva que da la vuelta y termina siendo la última sofisticación del juego de los tacticistas.

Los blindajes, coberturas y planes bélicos de Alemania pueden resistir otras cosas, pero no tiene un plan contra una decidida intifada preescolar.


b) Deseabilidad axiológica

En un mundo que sobrevalora la previsibilidad curricular, el ingenio del stand up y el lenguaje corporal de los sabihondos y campeones de la vida; los jugadores del pueblo, para el pueblo y por el pueblo; los liderazgos enfáticos y la prosa vaporosa, aceitosa y lubricante, no dejo de advertir cierta épica y cierto gusto en que le vaya bien a Sabella, el hombre gris, el hombre que en su rostro de cada partido nos muestra el punto clave de la angustia existencial humana, expresando muy patentemente que la verdad de la vida es que son más las cosas que él no sabe que las que sabe.

Como todos nosotros, del primero al último.


c) Esperabilidad estadística

Existe el conocido fenómeno de regresión a la media, que no es lo mismo que la falacia del jugador, que sustenta la línea argumental que desarrollaré a continuación.

Alemania viene de jugar un partido insuperable e irrepetible.

Por eso Alemania sabe que el domingo, en su partido más importante, en el partido que define una generación de jugadores brillante pero que no ganó nunca nada, Alemania sabe que justo ese día va a jugar peor que lo que lo hizo el martes.

Y va a jugar ese partido pensando, en un punto, esto que sigue: sería especialmente irónico, y ridículo, que después de habernos gastado tantas balas redundantes en martirizar a un rival caído nos encontremos con que nos faltan cuando las necesitamos.

Cuando oiga el pitido inicial el domingo, Alemania rompe el hechizo y será como Orson Welles gritando "acción" al empezar el rodaje en la primera película después de "El Ciudadano".

Es un grupo de jugadores que notará que desde ese martes que ya pasó, todo lo que les queda en la vida es bajada, degradación, envejecimiento y declive.

Tal vez también lo sea, para nosotros, como espectadores.

Y no se si esto es una buena noticia.

Ha sido un gusto compartir este mundial con ustedes.

Abrazos,

Prof. Dr. Dr. h.c. mult. Robert Alexy
Christian-Albrechts-Universität zu Kiel Juristisches Seminar
Olshausenstr. 40
24118 Kiel




Posdata: En el siguiente video podrán ver una simulación artística de la implementación de la estrategia expuesta en el apartado táctico.