1. Sobre la cientificidad del derecho.
Böhmer dice: en investigación las ciencias duras discriminan a las ciencias blandas, y las ciencias blandas al derecho (¡es así!).
El consenso general, luego, es que algo habremos hecho para que eso pase. Posiblemente no investigamos del todo bien, posiblemente no lo hacemos en términos rigurosos. Igual, siempre que alguien diga científico se estará imaginando a un tipo con una probeta y un mechero bunsen, así que la verdad es que siempre partimos de cancha inclinada.
Y eso incluye un curioso fenómeno de realimentación que hace que, como consecuencia de ello, quienes quieren hacer investigación en derecho un poco "se disfrazan" de disciplinas "validadas". (De ese modo, por ej., filosofía del derecho se mimetiza de filosofía o ética general, algun civil se mimetiza con ciencias de la economía via AED, etc.) Y nos terminamos "enganchando" al capital científico simbólico de otra disciplina, de modo que nuestras investigaciones ya dejan de ser (estrictamente) jurídicas.
A divorcing couple in 1999 splitting up their Beanie Babies on the floor of the courtroom pic.twitter.com/GJwEj2d0tg— Lost In History (@HistoryToLearn) 29 de octubre de 2016
2. Sobre lo que enseñamos y lo que evaluamos
Segunda cosa, que podríamos llamar el "test de Böhmer", tiene que ver aparentemente con exámenes, pero a la vez es mucho más profundo.
Es esta pregunta: ¿el examen que vos rendís/tomás, podría volverse trivial si te dejan usar un celular? (para buscar leyes, fallos, etc.).
La cruda verdad: muchos de los exámenes que tomamos sólo son difíciles porque los tomamos a libro cerrado. De modo que son -en lo sustancial- un test de memoria.
Habrá pensar qué hacemos ante ese problema.
Mirando muy de lejos, pienso que debemos: a - enfatizar en conocimientos y habilidades no comoditizables (los que no se googlean), y b - enseñar a googlear bien en cada materia.
Y acaso sea pertinente hacer varias distinciones. En efecto, hay un núcleo duro de fundamentos que sí es deseable tener en la lista de accesos directos: un cimiento de conocimiento "memorizado", y otras habilidades que son útiles, precondicionales y sinérgicas, para poder operar idóneamente "el celular" (buscador).
Porque con el celular se accede a una materia en bruto, pero eso puede no servirle para nada. Ser un buen googleador técnico requiere identificar muchas habilidades que se deben transmitir, practicar y evaluar. No es fácil, no es yahoo respuestas. Ocurre cada tanto que alguien me pide información sobre un tema y yo los remito a un fallo. El truco funciona si es abogado, pero si no lo es, es muy probable que le cuesta bastante (medido en tiempo una hora) entender y desbrozar lo que dice el fallo (tambén es probable que no lo pueda hacer en ningún tiempo), mientras que un operador jurídico solvente encuentra las reglas y las implicancias del fallo en literalmente cuatro o cinco minutos.
Entonces: una lista de objetivos pedagógicos para la currícula sería hacer esa ingeniería inversa de las habilidades que determinan las diferencias que empíricamente constatamos,
Si Alberdi estuviera vivo, nos diría entonces: googlear leyes -o fallos, o incluso doctrina- no es saber derecho.
Un detalle importante. Una cosa es investigar y otra, recibir financiación por investigar.
ResponderBorrarQuizás las afirmaciones sobre discriminación de otras disciplinas hacia el Derecho y (mucho más fuertemente) sobre la necesidad o conveniencia de mimetizarse con otras, es más pertinente para la instancia de financiación (por parte de ciertos organismos burocráticos argentinos, como Conicet o CIC), que para la de investigación en sí.
Si se trata de investigaciones interdisciplinarias para ser publicadas en el Journal of Legal Studies o en la Review of Law & Economics, por ejemplo, no parece muy plausible que alguien inicie una línea de investigación que, muchos años después, pueda concluir en un producto aptao para ser publicado en esos medios, solo para -mediante tal asumida legitimación- ser finalmente publicado ahí. Más bien parecería más plausible pensar que decidió esa línea interdisciplinaria porque, al igual que a los editores de esos medios o a mucha gente más de la academia, le pareció fructífera.
En cuanto al resto, completamente de acuerdo.
Bueno. Si nos ponemos rigurosos, todos los exámenes de alguna disciplina son tests de memoria, incluso los de las llamadas ciencias duras. Y sé que tan solo me estoy enfocando en un detalle innecesario. Pero coincido contigo en que googlear leyes no es saber derecho, como tampoco lo es el saberse de memoria el texto de la ley. Pienso que saber derecho es sinónimo de saber resolver un conflicto de una forma justa y conveniente, de conformidad con las normas del ordenamiento jurídico en el que nos movemos. Actualmente considero que la verdadera destreza de la resolución de un conflicto se verifica cuando, con un sólido criterio jurídico, se ponderan varias ramas del derecho a la vez, o dentro de la misma, varios institutos. Cosa que no es nada sencillo de constatar en un simple examen parcial o final, lamentablemente. Y yendo al tema central de la publicación, no comparto para nada con el autor que citas que el hecho de acceder o no a la información por internet le impute o le niegue a la actividad el carácter de cientificidad, o en su caso de ser pasible de mérito alguno. Entre leer una ley o fallo de google y leerlos de una gaceta o expediente, la diferencia tan sólo radica en el medio por el que lo hacemos, pues en el fondo la actividad es la misma. Tanto es así que si dijéramos, con el mismo estilo utilizado en el título de esta publicación, "leer leyes no es saber derecho" no tardaríamos en advertir la incongruencia. Pues no creo que haya nadie que se atreva a disentir en que lo primero es presupuesto para lo segundo, pero que no lo agota.
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