Argentina – Corea del Sur | Opinión del Juez Dr. Carlos S. Fayt

Como siempre, la gente está muy entusiasmada con esto de la Copa del Mundo, y como integrante del Poder Judicial, nada de lo humano me es ajeno. Accediendo al gentil y reiterado pedido de Gustavo, me parece correcto que transmita de un modo sucinto mis experiencias y sensaciones con respecto al match de hoy. Sigo entonces los ítems del dossier que me mandaron para que haga la crónica y les mando un cordial saludo.


El partido

No le demos vueltas. Argentina es mucho mejor equipo de Corea y lo demostró desde el minuto uno al noventa y pico. Así como a la Dra. Argibay Nigeria le pareció un gran equipo, Corea me parece un equipo regional, lo cual tenemos que tener en cuenta para poner en contexto la goleada. De la forma en que se abrió el marcador a nuestro favor, sólo algún arlequín mundialista sin amplia experiencia en campos de football puede haber pensado en algún momento que el resultado estaba en riesgo. Si Corea hubiera llegado, de casualidad, al dos a dos, Argentina se enojaba y le hacía cuatro goles más.


La jabulani

Qué idea tan astuta: una pelota inmanejable para desorientar a los arqueros. Pero no se dieron cuenta que también iba a ser la misma que iban a usar los jugadores de campo, y les iba a resultar igualmente inmanejable. Entonces no se está viendo el “mundial con muchos goles” que buscaban con el esperpento de ocho gajos. El tradeoff es negativo.

Para peor, la diseñaron y la probaron al nivel del mar y no tuvieron en cuenta su comportamiento en la altura. No dobla, no baja, se zarandea al mínimo roce, es imposible de dominar.

De esto cabe extraer una lección. No innovemos mas con pelotas de goma eva. Es más, el futbol sería mejor con la pelota de tientos y cuero vacuno, sabia construcción de la noble naturaleza que al ser de material absorbente se hace más pesada cuando llueve y compensa automáticamente los efectos resbalatorios de la humedad.

En otro orden de cosas, tendríamos que pensar en compensar los efectos de la altura con pelotas de distinto peso para “normalizar” el juego. Esta idea será seguramente conocida en el futuro como la “regla de Fayt”, distintos tipos de pelotas para ser usados según la altura de la cancha en cuestión. El football, al revés que el tennis (que asume diversidad de superficies) debe ser lo más estándar posible.


Maradó

Este chico me suena, firmé varios fallos en causas suyas. Bueno, ahora suscribo lo que dijo la Doctora Argibay en su voto del partido pasado, con la ampliación de fundamentos que desarrollo infra.

En primer lugar, detalle de Maradona: único equipo que al terminar el partido va y abraza a todos los jugadores uno por uno. Cosa que hizo ahora, ganando el segundo partido consecutivo en el mundial, pero también después del seis a uno con Bolivia.

En subsidio, yo estoy convencido de que el gol de Corea fue una jugada preparada, urdida entre bambalinsas por Maradona y Demichelis. Reunión privada, orden secreta: “Fijate esto que te voy a decir es muy importante y va a exigir un sacrificio muy grande de tu parte”. “Sí Diego, yo estoy dispuesto a hacer cualquier cosa, literalmente cualquier cosa, por el bien del equipo”. “Me gusta así. Bueno, si ves que el partido va muy fácil, ponele emoción, no quiero exitismos a la española, hace algo desmoralizante”.

Y pasa: el equipo gana cómodo, se tienta a hacer la plancha, cronoterapia, eso no sirve. Pero entonces Demichelis va, no apreta la X del gamepad, cajonea el rechazo para el que era competente, devuelve el oficio que había mandado Burdisso exigiendo pronto despacho, el jugador de Corea le come los tobillos, y después lo mira a Burdisso y le dice: “no te oí, son las vuvuzuelas”. Tenemos partido de nuevo.


El equipo

Romero: 8. Hizo todo bien, incluso esa salida arriesgadísima que casi termina en gol suyo si el arquero coreano no hubiese estado bien ubicado. ¿Lo vieron?

Jonás: 6. No pasó tantos problemas con su lado como antes.

Samuel: Sin calificar (art. 280 C.P.C.)

Demichelis: 8. La nota se basa en la excelente ejecución de la jugada preparada.

Heinze: 6. No es un lateral izquierdo de oficio y eso se nota. Por otro lado, es una presencia intimidante en el área rival cuando sube a cabecear.

Tévez: 7. Gran primer tiempo, se fundió en el segundo y fue cambiado a tiempo, si hubiera seguido en cancha le hubiera tenido que poner un 6.

Maxi Rodríguez: 7. Muy bien. Como dijo Homero, funciona a muchos niveles.

Mascherano: 7. Nunca defrauda.

Di María: 6. Algo mejor, le dieron más juego. Va de menor a mayor.

Messi: 7 y medio. Lo golpearon, lo marcaron bien, y aún así fue un peligro constante.

Higuaín: 9. Por superar exponencialmente su juego del primer partido. Es una pieza que faltaba. Oí que hablan de un hat trick, qué calamidad idiomática. Estamos volviendo a los orígenes, como cuando yo jugaba en Palermo, y antes de empezar el partido, se decía: “¿aurieri?”, “¡diez!”

Burdisso: 6. Solvente y aguarrás.

Agüero: 8. Gran control de balón, dinamita en el banco de relevos.

Pastore: Sin calificar (art. 280 C.P.C.)


Evaluación general: 7. Estamos en un buen lugar, sin brillo flashero y con baches todavía, pero bien positivo: el equipo no es messidependiente ni verondependiente. Yo no creo en los personalismos, todos somos reemplazables.


Partido al que se pareció este partido

Argentina 6 – México 3, segundo partido de la Copa Mundial de 1930.

Fu el primer partido que vi de los mundiales. Fuimos en un vapor al Uruguay, yo era chiquito, y me parecía que estaba en un sueño, el Estadio Centenario me parecía gigante. Ahora, a la distancia, pienso que era sobre todo porque no había mucha gente y eso agrandaba todas las dimensiones.

Argentina ganaba cómodamente con goles de Stábile (2) y Zumeizú. Pero a los 42, un error defensivo de Paternóster provocó que México descontara y nos fuimos al entretiempo 3 a 1, con algunas dudas. Pero después en el segundo tiempo el partido se resolvió fácil con goles nuestros de Stábile, Zumeizú y de mi amigo Pancho Varallo.

Pero parecía un partido de barrio, en ese momento el mundial no era lo que es hoy.


El arbitraje

Un juez belga lo perpetró. Amonestó injustamente a Heinze y Heinze apeló, pero no le hizo lugar a la revocatoria.

Lo cual me lleva a otro tema. ¿Sabe por qué los jugadores van a protestar los fallos y a veces terminan con tarjeta roja? No, no lo sabe y ellos tampoco. Es una herencia que han recibido desde el fondo de los tiempos y cumplen con el rito sin preguntarse de dónde viene. Le voy a explicar: en mis tiempos el pobre referí no tenía más que el silbato y las manos. Ni pañuelo llevaba. Las reglas decían que si te señalaba la entrada del túnel con el brazo extendido, era expulsión. Te rajaba de autoridad, con un gesto, y a veces tenía que guapear y sacarte a empujones.

Claro que el reglamento era un poco más simple que ahora: una mano era una mano y se cobraba aunque la pelota te pegara de casualidad. Un faul era un faul y se daba tiro libre o penal, minga de ley de ventaja y ponderación y postneoconstitucionalismo y esas cosas que si vas a la cancha con tu novia se las tenés que explicar diez veces. En orsai estabas siempre, ¿entendés? Si no tenías la guardia de infantería completa atrás tuyo al recibir la pelota, era orsai. Nada de si al partir el pase te encontrabas en la misma línea o un paso atrás.

No había telebim y los fotógrafos usaban camaritas de cajón. El orsai era sagrado y por eso los delanteros salían tan buenos. Bernabé Ferreyra, el paraguayo Erico, Moreno, Pedernera... si no la agarraban bien atrás, ¡fácate!, les cobraban un orsai. Entonces, si te mandabas una macana, si le insultabas la madre al referí o colgabas a un rival del alambrado, el tipo pegaba un pitazo, señalaba la entrada del vestuario y estabas perdido.

La única posibilidad de salvarse era encararlo antes de que hiciera el gesto fatal y agarrarle el brazo para que no lo levantara, doblárselo a la espalda, cualquier cosa. En el forcejeo, perdido por perdido, pedías disculpas, hacías promesas, rezabas el Padre Nuestro, algo que lo conmoviera. Había que ser rápido y estar muy atento porque enseguida venía un contrario y también tironeaba pero para liberarlo y que pudiera joderte. En la batahola alguien salía con la mano rota o el hombro sacado.

Recuerdo que al Compadrito Zelaya, que era famoso por haberle anulado un gol a Chacarita de local, me le puse atrás y lo alcancé a agarrar de los guijarros. Bien fuerte, con el puño cerrado se los agarré y le dije al oído: "Si me echás, los perdés". ¡Para qué! Era compadrito en serio, el tipo: levantó la mano, me metió un dedo en el ojo y después me quería llevar al túnel de la oreja. Doce fechas de suspensión, me dieron.


El detalle

Tévez otrora flacuchín, ahora está rechonchito.


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- Argentina vs. Nigeria - Opinión de la jueza Dra. Carmen M. Argibay